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¿Qué nos dejó Dorian?

Hace algunos días, volvimos a experimentar ese miedo que, hace solo dos años, vivimos cuando los huracanes Irma y María azotaron nuestra isla. Para la mayoría de los puertorriqueños, estos eventos atmosféricos significaron la pérdida de seres queridos, hogares, empleos y el sueño de desarrollarse en su lugar de origen.

Cuando los medios locales comenzaron a reseñar la trayectoria de la tormenta Dorian, ahora huracán, un mal recuerdo se asomó en los pensamientos de muchos ciudadanos. Una memoria que sigue latente no solo por todo lo que se vivió en el país durante más de un año hasta alcanzar lo más cercano a la normalidad, sino porque nuestra isla no se ha recuperado, y la mayoría sabemos que pasarán años hasta alcanzar esa realidad.

A diferencia de lo sucedido en septiembre de 2017, Dorian no impactó al país de la manera que los expertos habían pronosticado. No obstante, como mucho de lo que ocurre aquí, este cambio de trayectoria provocó una polémica discusión pública. Para algunas personas, este evento significó “una pérdida de tiempo”, debido a que no hubo grandes incidentes en la isla, y solo fue “un caos más, provocado por la prensa, meteorólogos y gobierno en turno”. Otra parte de los ciudadanos se encontraba agradecida y bendecida porque los estragos de Dorian no originaron más pérdidas que las ya vividas anteriormente.

A pesar de esta controversia, que es muy poco probable que concluya, se debe resaltar que este evento atmosférico impactó al puertorriqueño. En la mañana del miércoles, 28 de agosto, un hombre de 80 años murió, tras caerse de una escalera, mientras subía al techo de su residencia para limpiar los desagües como parte de los preparativos al paso de la tormenta tropical. Asimismo, al día siguiente, mientras muchos continuamos con nuestra cotidianidad, múltiples municipios sufrieron peligrosas inundaciones por la lluvia que se esperaba provocara Dorian.

A pesar de que se podría afirmar que estas situaciones son incomparables con los efectos de los huracanes Irma y María, nuestra realidad no nos puede hacer insensibles ante lo que otros viven o los obstáculos que enfrentan cada vez que este tipo de eventos atmosféricos azotan a la isla.

Sin embargo, ¿aprendimos algo de todo lo que transcurrió en el país estos últimos días? Sí, muchas cosas entendimos esta semana. La más importante de estas lecciones es que nos volveremos a enfrentar a estas situaciones con mayor frecuencia, y los expertos no tienen el control de corregirlas o frenarlas.

Recordemos que los profesionales, que reconocemos muchas veces solo durante la temporada de huracanes, tienen bajo sus hombros una gran responsabilidad, y que siempre harán lo imprescindible para que el pueblo esté lo mejor preparado e informado. La ciencia, como todo en el mundo, no es siempre exacta.

Así como estos eventos nos hacen valorar lo que tenemos, no podemos olvidar que también son los momentos en los que los dirigentes del país deben demostrar sus capacidades. Podemos afirmar que mientras se atraviesan crisis no es responsable provocar otras, pero tampoco justificar las cosas incorrectas que ocurren frente a nuestros ojos.

El pasado nos ha demostrado que en estas emergencias los errores tienen grandes consecuencias a nivel humano, y son inaceptables. Irregularidades como las del Negociado de Manejo de Emergencias y Administración de Desastres (NMEAD) y la Autoridad de Energía Eléctrica (AEE) deben ser cuestionadas no solo por la prensa, sino por los ciudadanos también. Al final, la estabilidad del pueblo, durante estos desastres naturales, depende de estas agencias y del gobierno en general.

El huracán Dorian salió de nuestro territorio, pero se ha proyectado que impacte la Florida como categoría 3 o 4. Por lo mismo, hoy, nos toca devolverle a la diáspora aquella ayuda que nos brindaron hace dos años. Sin embargo, no se trata de devolver un favor, sino de destacar la mejor característica del puertorriqueño: la solidaridad y empatía para con aquellos que lo necesitan.

Dorian representará una prueba más en la historia de nuestro país que resultó en dos lecciones: se ha convertido en una obligación del ciudadano prepararse para transitar estos eventos climáticos y que estas situaciones son solo el efecto de nuestras acciones en el planeta; recordemos que es nuestra casa, y la única que tenemos: ¡cuidémosla!

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