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El éxito sin condiciones

“Dentro de las imperfecciones, mi hijo es perfecto”, dijo Mónica Quesada, madre del joven Luis Alonso Quesada, el cual padece de sordoceguera parcial.


Alonso Quesada de 22 años, nació con problemas cardíacos, de movilidad y una ileostomía. Por ello, estuvo entubado durante mucho tiempo, lo que le provocó problemas de audición. Sin embargo, estos no fueron identificados al momento, sino al descubrir que el joven se acercaba a las bocinas del televisor aunque el volumen estaba bastante alto. A sus 8 años aproximadamente, Alonso Quesada presentó problemas de visión y desarrolló retinitis pigmentosa.

Entre otras situaciones que enfrentó “Luilli”, como le llama cariñosamente su familia, se encuentran problemas corporales, dificultad para caminar, daños intestinales, hernia y piedra, por lo cual ha tenido que someterse a 15 operaciones. Actualmente, forma parte de la comunidad sordociega de Puerto Rico, y hasta el momento, es el único caso en la Isla con estas condiciones.


Para poder comunicarse de manera efectiva, Alonso Quesada aprendió lenguaje de señas y comunicación verbal. Aunque sus manos no le permiten conversar al máximo por sus enfermedades, entiende el idioma y lee labios. Por tal razón, su madre aprendió lenguaje de señas junto a la abuela y dos tías de Luilli.


Recientemente sus familiares le compraron un celular y todos los días, al momento de llegar a su casa, llama a cada uno de sus familiares y amigos. Los saluda y les pregunta de todo, incluso si ya se han lavado los dientes.


“Al momento de insertarlo en una escuela fue complicado debido a que quería elegir la escuela perfecta para él, pero la realidad es que ninguna estaba a la par con sus necesidades”, explicó Quesada.


Luilli se insertó en el Departamento de Educación desde los cinco años en la Escuela Elemental Hiram González donde había un grupo de niños sordos. Posteriormente, ingresó a una escuela regular, la Jesús Sánchez en Bayamón y se graduó de cuarto año de la Escuela Superior Miguel de Cervantes. Durante ese periodo, estuvo en un programa donde le enseñaron oficio mediante la labor en una farmacia, continuaba sus terapias y luego iba a la escuela.

Hoy día trabaja voluntariamente en la Farmacia La Amistad en Toa Baja y su madre lo recoge por las tardes, pues según ella, prefiere que sea útil en la sociedad y no esté todo el día en la casa viendo televisión.

“Es fuerte en todos los sentidos. Retante en lo económico y duro en lo emocional, pero hay días que soy bien positiva”, dijo su madre.


Además, explicó que ha sido frustrante el saber que habrá cosas que él no podrá tener en la vida. A través de su hijo, aprendió a ser guerrera y a aferrarse a la vida con pasión y determinación.


“Las personas que lo conocen y pasan por la vida de Luilli han aprendido a ser más humanos. Saben lo que es el dolor, aprenden y crecen. Se dan cuenta que si no se empoderan, leen y conocen, no pueden ayudar a nadie”, indicó Quesada.


La madre de Luilli, quien es la primera puertorriqueña en pertenecer a la National Federation for Deaf-Blind, tiene un blog llamado “Mou Design”, que además de hablar de diseño de interiores, relata las experiencias que tiene con Luilli y su familia.


Los interesados pueden seguir a Luilli bajo el ‘hashtag’ #SomosGuerreros y ayudarlo mediante su línea de “covers” para celulares, tazas, camisetas, entre otros, para costear los gastos económicos por Internet.


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